Los que ya estén familiarizados con
el uso del término ‘necesario’ en este blog, ya supondrán que los juguetes son
objetos que se pueden considerar necesarios.
Ahora bien, ¿qué juguetes son necesarios? ¿En qué cantidad? Los mejores
juguetes son los que sean divertidos para el niño -parafraseando y adaptando a
Borges, solo hay un género malo de juguetes: los aburridos. Y, pasada la
novedad del primer momento, muchos juguetes resultan ser bastante aburridos. Es
verdad que saber con antelación qué juguete no va a cansar pronto a un niño
puede ser difícil, pero prestar atención a sus reacciones pasadas y basarse en
el conocimiento que tenemos de él es una buena guía. Hay que tener en cuenta,
además, que, a ciertas edades, los mejores juguetes para un niño son los que
sus padres, u otros, están dispuestos a usar para jugar con él. Respecto a la
cantidad de juguetes, también es difícil determinar una cifra ideal. Pero casi
todos convendremos en que tendría que ser muy inferior a la media que tiene un
niño normal hoy en día. La consigna razonable es: en cada etapa, pocos juguetes
y divertidos.
animales racionales
Por una vida acorde con nuestra naturaleza racional
viernes, 19 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
¿Por qué inteligencia emocional y no emociones inteligentes?
Ciertamente, hay una oposición
inicial en el ser humano entre la inteligencia y las emociones, oposición que
responde a la que hay entre la parte racional y la parte irracional. Ahora bien,
como el ser humano comprende ambos aspectos, la mencionada oposición inicial no
es más que aparente. Querámoslo o no, al tener que convivir forzosamente con la
razón y con las emociones, estamos condenados a establecer algún equilibrio o
pacto entre ellas. Al final, más que oponerse, se complementan. Esta visión
holística del ser humano parece más ajustada que una visión compartimentada de
nuestras facultades.
viernes, 5 de septiembre de 2014
La envidia entre iguales y la admiración al superior
Una persona cercana me sugirió hace
tiempo el tema del que voy a tratar hoy en el blog. Es una de las conductas
menos racionales que vemos a diario: la envidia -insana-a los iguales (en clase
social). Y, para adobarlo, su acompañamiento perfecto: la admiración –sana- al
superior en la escala social. Vamos a desarrollar un poco el tema.
martes, 2 de septiembre de 2014
Los hipócritas: vida de lujo y defensa del ecologismo
A menudo en este blog, hablamos de
un cierto tipo de coherencia para
referirnos a la concordancia entre lo que defendemos y lo que hacemos, entre
nuestra teoría y nuestra práctica. Así, catalogamos de coherente, por ejemplo, al que dice preocuparse por el deterioro
del medio ambiente y defender ciertas actuaciones de ahorro y, además, en su
vida diaria usa los recursos siguiendo los principios de la mesura y el cuidado.
Naturalmente, lo que para unos puede ser una medida austera (usar unos 100
litros de agua para ducharse o ducharse una vez al día), para otros es un
despilfarro. Pero creo que podríamos acordar cierto rango admisible para los
diferentes consumos que tenemos que realizar. Hay preguntas que pueden ser
buenas guías para saber si vamos por el buen camino: ¿es este consumo/uso que
hago –o que X hace- deseable y sostenible si fuera seguido por todos los seres
humanos?, ¿este consumo/uso supone un nivel de vida innecesariamente por encima
de lo razonablemente deseable? Una respuesta negativa a la primera pregunta y
una positiva a la segunda suelen ser indicios de que la conducta enjuiciada va
mal.
viernes, 29 de agosto de 2014
Adiós a los consejos
Si se me permite usar una
contradicción, voy a dar un consejo: no hay que hacer caso a los consejos. Bueno,
esto es una generalización; a veces hay consejos que merece la pena seguir.
¿Cuáles? Los que van acompañados de una buena justificación o razonamiento. Por
desgracia, como habréis constatado a menudo, la mayoría de las recomendaciones
que se dan se basan en el se ha hecho así
toda la vida, o es lo que marca la
tradición, o es así, o es así porque lo
dice Fulanito, o -aún peor- es así
porque lo digo yo. De este tipo de argumentos, mal llamados a veces
‘sabiduría popular’, hay que huir sin miramientos. Las pautas, recomendaciones,
consejos, etc. tienen que justificarse razonada y razonablemente. Si no, parecen
arbitrarios (aunque no lo sean) y basados sobre todo en una autoridad gratuita.
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