viernes, 29 de agosto de 2014

Adiós a los consejos

Si se me permite usar una contradicción, voy a dar un consejo: no hay que hacer caso a los consejos. Bueno, esto es una generalización; a veces hay consejos que merece la pena seguir. ¿Cuáles? Los que van acompañados de una buena justificación o razonamiento. Por desgracia, como habréis constatado a menudo, la mayoría de las recomendaciones que se dan se basan en el se ha hecho así toda la vida, o es lo que marca la tradición, o es así, o es así porque lo dice Fulanito, o -aún peor- es así porque lo digo yo. De este tipo de argumentos, mal llamados a veces ‘sabiduría popular’, hay que huir sin miramientos. Las pautas, recomendaciones, consejos, etc. tienen que justificarse razonada y razonablemente. Si no, parecen arbitrarios (aunque no lo sean) y basados sobre todo en una autoridad gratuita.

Por desgracia, mucha gente todavía concede demasiada autoridad a ciertas figuras, aunque estas no argumenten de manera convincente lo que dicen. Es el caso de los padres, de los supuestos expertos que no justifican lo que dicen, incluso, para algunos, de los curas. Naturalmente, hasta Dios entra dentro de esta categoría de figura a la que muchos siguen acríticamente digan lo que digan los mensajes que se le atribuyen. Una pena. Por eso es importante que los niños aprendan bien pronto a desobedecer a la autoridad (aunque, a veces, no sea lo que más les conviene); si no, pueden acabar haciendo caso a las indicaciones más absurdas. No es que los padres no quieran lo mejor para sus hijos (de hecho, suelen quererlo). El problema es que muchas veces no saben qué es lo mejor para sus hijos ni la manera de lograrlo. Entonces recurren a los tópicos, a lo que han visto hacer a otros, etc. pero sin cuestionarse la base. La mejor guía es la razón, no los padres, ni dios, ni el jefe, ni la pareja.

Si interiorizáramos esto, nos iría mucho mejor a todos. Aceptar un consejo sin preguntar ni cuestionarse sus razones es andar perdido. Ahora bien, ¿qué justificación hay para autorizar solo a la razón como guía? Realmente ninguna (ninguna ajena a ella misma); simplemente, se muestra como evidente que la razón es la mejor guía de actuación. La autoridad de la razón reside en ella misma, es tan superior a lo demás que nada le hace sombra. Cuando un argumento se presenta como el más razonable, tiene un peso absoluto. Así que la contradicción con la que empezaba este post, igual no es tal. El consejo de no seguir los consejos injustificados no se aplica a los consejos que dicta la razón, pues ella, por ser ella, ya los justifica. Lo injustificable es lo que no atiende a razones. Es un misterio, sin embargo, por qué esa supremacía evidente de la razón no es asumida por todo el mundo. No se trata de que, como defienden muchos, a veces haya que escucha al corazón; no. Ciertamente, hay asuntos que no son asuntos de razón (o solo de razón). Pero cuando la razón debe jugar un papel, pues se trata de saber algo y actuar en consecuencia, aún hay gente que inexplicablemente escucha antes otras voces. Todavía no han entendido que solo los poetas quedan exentos de justificar sus consejos, pero, por definición, ni los padres, ni los curas, ni los expertos, ni los profesores, ni los políticos, ni Dios son poetas.




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