jueves, 26 de junio de 2014

Falsos lujos

Hace poco pasé delante de una tienda Nespresso. El aspecto del local era inmejorable: limpio, moderno, colorido pero sobrio a la vez. Desde luego, no parecía una tienda de café; podría pasar por una tienda de productos tecnológicos. Tenía el aspecto futurista y aséptico de las propias cápsulas que vende. En definitiva, no venden café sino lujo -pensé. Pero no café de lujo, no. El café de sus cápsulas es café normal y corriente, y tampoco es que sea más concentrado que el café que no es de cápsula. Respecto al gusto, algunos dicen que está más bueno, pero otros muchos (entre los que me incluyo) preferimos el café de los formatos clásicos. Así que ni siquiera se puede decir que haya consenso en que es un café con mejor sabor. Entonces, ¿dónde está el lujo? En el precio. Si alguien tiene ganas, que calcule la diferencia entre el kilo de café molido y el kilo de café encapsulado de Nespresso. Es una diferencia de precio totalmente injustificada.

Sin embargo, mucha gente cae en la trampa de este falso lujo y paga mucho dinero por algo que no lo merece. Se trata de un lujo impostado que solo se basa en la apariencia, en la presentación del producto, y no en su calidad. Es un lujo hueco, como el decorado suntuoso de una obra de teatro. Y, por desgracia, esta simulación no ha llegado solo al mundo del café. Marcas de ropa, de teléfonos móviles o cadenas de bisutería también siguen la misma estrategia: presentar sus productos en tiendas con un diseño que inspira exclusividad, modernidad, futurismo… para aparentar un lujo inexistente pues, generalmente, la calidad es equivalente a la de otras marcas mucho más baratas, o las prestaciones del producto no justifican su elevadísimo precio. Eso sí, en esas tiendas, dejándose llevar por el entorno, es muy fácil tener la sensación de estar realizando una compra exclusiva o con mucha clase. Todo apariencia. Pero, a fin de cuentas, ¿qué ha sido siempre el lujo por encima de todo? La filosofía de estos locales del falso lujo es tremendamente efectista: el lujo está sobre todo en el envoltorio.


Cada vez que veo uno de esos espacios de colores uniformes, con grandes espacios y sobriedad de líneas me viene a la mente irremediablemente la imagen de un bazar o un mercadillo, con todo su exceso, dispersión y colorido. El último refugio de las gangas. Esto es, de los productos con una buena relación calidad-precio.

4 comentarios:

  1. Está muy acertada tu observación Laura, el consumidor específico de esa clase de productos, compra apariencia, no esencia, es el secreto de los vendedores. Lo sencillo no vende, lo mismo que lo gratuito hace sospechar que no vale, es en definitiva la distorsión del espíritu humano, de ahí el: "Tanto tienes, tanto vales" válido solo para seres banales sin substancia.

    ResponderEliminar
  2. Buen diseño que vende falsas ideas, es fácil caer en la trampa y perderse entre tantos espejos y escaparates del Capital. Sobre todo cuando se disfraza de avanzado, progresista, sostenible

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu apreciación, Loredana, me parece muy acertada. Seguramente no es solo el diseño lo que nos seduce, sino, como comentas, también algún mensaje más o menos subliminal de progreso, sostenibilidad, etc.

      Eliminar