viernes, 16 de mayo de 2014

La publicidad y ciertas asociaciones sexistas

Como sabemos, la publicidad no solo usa la imagen de la mujer para vender productos (tanto a hombres como a mujeres), sino que, además, fomenta y perpetúa ciertos estereotipos (la mujer ama de casa, sumisa, madre, preocupada por la belleza, tonta). Pero la cosa tampoco queda ahí. Además de lo dicho, las mujeres son las protagonistas en los anuncios relacionados con temas escatológicos o socialmente vergonzosos. Por ejemplo, en los anuncios de compresas para pérdidas de orina o en los anuncios de medicamentos para las hemorroides. En este tipo de anuncios solo aparecen mujeres padeciendo tales problemas, y parecen sugerir que son problemas estrictamente femeninos, como en el caso de los tampones. Nada más lejos de la realidad, como muchos hombres saben por experiencia.


La incontinencia no solo afecta a las mujeres, afecta también a los hombres y, naturalmente, se resuelve también con compresas adaptadas a la fisiología masculina. Pero, ¿alguien ha visto alguna vez un anuncio de compresas dirigido a los hombres? El caso de las hemorroides es peor, pues, según las estadísticas, los hombres las padecen en mayor proporción que las mujeres. Pero jamás aparece por la televisión un hombre anunciando un producto contra las hemorroides. Es demasiado vergonzoso para los hombres exponer y asumir en el espacio público ciertas cosas –Pues que lo hagan las mujeres, piensan los sabios publicistas. [Es curioso que la mujer del anuncio diga, en un anuncio que ven millones de personas, que sufre las hemorroides en silencio. Realmente, los únicos que de verdad las sufren en silencio son los hombres]. Porque lo que no es socialmente vergonzoso de ninguna de las maneras es hacer negocio de problemas como la incontinencia y las hemorroides, que afectan a muchísima gente y molestan lo suficiente como para que los afectados paguen por alguna solución o mejora.

Lo mismo se podría decir de otros males como las calenturas en los labios o las ampollas en los pies. Si nos tuviéramos que guiar por la publicidad, parecerían asuntos de mujeres. Aunque, en estos casos, no se trata tanto de que sean tabúes o problemas vergonzosos para exponerlos en público, sino que más bien se trata de que son problemas menores, sin importancia, de los que los hombres no se preocupan. Solo las mujeres prestan atención a minucias tales como las calenturas o las ampollas…


Muchas veces tengo la impresión de que la imagen de las mujeres no solo es explotada por la publicidad sino que es una especie de cajón de sastre en el que meter todo lo sucio, lo feo, lo incómodo, lo trivial… Si tanto se avergüenza una empresa del problema que trata el producto que fabrica, que renuncie a anunciarlo por la tele o que renuncie a fabricarlo. O, mejor, que contribuya a dignificarlo. ¿Cómo? Poniendo a hombres en sus anuncios. Pero que dejen de asociar exclusivamente a las mujeres con todo lo (considerado) feo. Los publicistas son la gente más conservadora y miedosa de nuestras sociedades modernas.

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