Hace unos días tratamos el tema de
simplificar la vida respecto a los objetos materiales que poseemos. Hoy vamos a
hablar de simplificarnos la vida en un aspecto más interesante: en el aspecto
mental o, si se quiere, no tangible. Si eliminar de nuestro alrededor los
objetos superfluos supone un gran alivio, comodidad, ganancia de espacio,
liberación de preocupaciones, eliminar ciertos encadenamientos a nivel mental
también tiene grandes ventajas. Veamos algunas de las cosas que podemos hacer
para simplificar nuestra vida más allá de lo material:
(ii) Abandonar los compromisos y
obligaciones que asumimos voluntariamente pero que no nos aportan nada. A
menudo nos comprometemos a hacer cosas que no queremos hacer o que con el
tiempo nos cansan. Si es así, mejor dejarlas. Aunque sea un tópico, es cierto
que la vida se vive solo una vez y es mejor concentrarse, en la medida de lo
posible, en aquello que nos gusta y/o queremos hacer. Por otro lado, limpiar
nuestra agenda de compromisos acaba con algunas preocupaciones y nos pone ante
el reto de enfrentarnos al tiempo libre y tener que llenarlo con algo valioso.
(iii) Reducir al mínimo el número
de entidades con las que trabajamos (bancos, gestorías, etc.). Según el tipo de
vida que llevemos, unos más y otros menos, podemos necesitar trabajar o estar
en contacto con algunas entidades como bancos, gestorías, compañías de
servicios, etc. A menos que trabajar con muchas de ellas sea más ventajoso que
la simplificación de reducir su número al mínimo, lo más conveniente para la
salud y tranquilidad mentales suele ser esto último. Se vive mucho mejor con
menos vínculos contractuales o comerciales.
(iv) Tener en cuenta solo los consejos,
recomendaciones, pautas, justificados. Sin duda, en la vida hay que hacer
ciertas cosas (comer, dormir, trabajar, compartir con los demás…) y todo el
mundo, expertos y no expertos, tienen muchas ganas de decir cómo hay que hacer
las cosas. Una manera de simplificar el asunto es atender al propio sentido
común y a las recomendaciones que estén razonablemente justificadas. Solo hay
que tomarse la molestia inicial de considerar qué nos parece lo más razonable;
luego, solo se trata de seguirlo hasta que aparezca algo mejor. De no ser así,
no hay que complicarse la vida atendiendo recomendaciones gratuitas.
(v) No ofrecer ayuda ni consejos a
menos que nos lo pidan (cosa que no ocurrirá casi nunca). En relación con el
punto anterior, una manera de simplificarse la vida es no inmiscuirse en la
vida de los demás. Esto incluye, claro, el no dar consejos gratuitos, pero
tampoco recomendaciones argumentadas si no nos las piden. Quizá esto último
pueda sonar excesivo, pues, muchas veces, si creemos saber algo valioso y que
podría ayudar a un ser querido, es natural querer transmitírselo, pero quien de
verdad quiera simplificar al máximo su vida mental, se ahorrará así muchas
complicaciones y sinsabores.
(vi) No tener deudas. Hoy en día
quizá una de las cosas que proporcione más tranquilidad, libertad y paz mental
es no tener deudas, ni monetarias ni de ningún tipo (aunque tener deudas de
otro tipo es inevitable). En particular, no deber nada a ningún banco
proporciona una tranquilidad que hace que todo se vuelva más fácil. Quitar las
deudas de dinero de la lista de cosas pendientes en la vida de uno contribuye a
que la vida se concentre más en lo que debería ser: autonomía.
De acuerdo en todo, menos en el punto V que manifiestamente incumples y yo mismo también constantemente (como es este post y mi comentario también un claro ejemplo).
ResponderEliminarNuestros blog son una constante de ello.
En mi descargo diré que solo intento compartir experiencias propias por si le sirven a los demás, es una aportación a la evolución humana.
Un abrazo
Ya había pensado lo que dices, Alberto Antonio, y te concedo tu parte de razón. Sin embargo, y sin que sirva como excusa, prefiero entender este blog como un sitio donde exponer ciertas ideas para que alguien ya predispuesto las tome. Como dices, por si pueden servir a alguien que, realmente, es como si las esperara. O quizá, en el fondo, me dirijo a mí misma.
EliminarUn abrazo