El post de hoy es para denunciar otra
irracionalidad más del mercado en el que estamos: la falta de componentes o
recambios. Voy a ilustrarlo con algunos ejemplos reales. Si se nos rompe el
embellecedor de un interruptor de la luz, no hay manera de encontrar esa pieza
para cambiarla. Tenemos que comprar todo un conjunto de piezas que no
necesitamos; en este caso, toda la carcasa externa con el embellecedor junto
con la parte eléctrica. Lo mismo sucede con muchas piezas de mecanismos (por
ejemplo, con piezas de motores): aunque solo necesitemos una pequeña argolla de
plástico, que tiene un precio irrisorio, nos hacen comprar todo el conjunto o
mecanismo que la contiene, a un precio no irrisorio, porque no se vende suelta.
Otras veces tenemos que aguantarnos sin el repuesto pues ni siquiera lo venden
incorporado en un conjunto. La alternativa que nos dan es directamente adquirir
un producto nuevo. Por ejemplo, si se nos rompe la tecla de un teclado o el
botón de un mando a distancia, nos proponen comprar un teclado o un mando
nuevos (¡la justificación es que el precio de estos productos no es alto!).
martes, 25 de marzo de 2014
viernes, 21 de marzo de 2014
Una psicología nueva
Vemos que, en los últimos tiempos,
se están poniendo en cuestión muchas ideas ampliamente aceptadas hasta hace
poco: ideas acerca de la alimentación idónea, el mejor modo de ejercitarnos, o
las indicaciones para medicarse. En definitiva, parece que, desde ámbitos
serios, se está criticando la concepción de lo
saludable y lo que la rodea. Así, por ejemplo, muchos están cuestionando,
con evidencias científicas, la llamada ‘pirámide nutricional’; otros están
consiguiendo buenos resultados con maneras de entrenar y ejercitar el cuerpo
distintas al recomendado ejercicio aeróbico, y otros muchos están criticando la
ligereza con que se están medicando trastornos que no son tales o que simplemente
no necesitan medicación. Todos estos aspectos que están siendo revisados tienen
que ver con aspectos básicos de nuestra vida, pues tenemos que comer, movernos,
descansar, cuidarnos y convivir con nuestro cuerpo. Pero más allá de estas
condiciones materiales, básicas, está nuestra dimensión psicológica o afectiva,
construida sobre la dimensión básica
y que es tan ineludible como ella. Y las verdades
oficiales sobre esta dimensión no están siendo cuestionadas. ¿Está justificada
esta falta de crítica? Bueno, creo que muchas de las ideas mayoritariamente
aceptadas en torno a la psicología no están bien fundamentadas y se contradicen
con nuestra experiencia diaria. Y, sobre todo, son generalizaciones que admiten
tantas excepciones que no pueden aceptarse ni siquiera de manera general. Así
que creo que también la visión dominante dentro de la psicología, así como
algunas ideas vox populi, deben
también empezar a cuestionarse. Algunas de esas ideas criticables son:
viernes, 14 de marzo de 2014
La solidaridad como objeto de consumo
Hoy en día la solidaridad se ha
convertido en un producto de consumo más: se anuncia por la tele, hay
diferentes opciones para elegir la forma en que queremos ser solidarios, hay
diferentes modas o tendencias que se van sucediendo tanto en los formatos (como
la moda de enviar mensajes telefónicos a un número) como en el destinatario de
la solidaridad (ahora toca ayudar a las víctimas de tal catástrofe natural,
ayer tocaba ayudar a los refugiados de tal conflicto y mañana, otra cosa). No
voy a centrarme en la hipocresía de estas campañas (a veces apoyadas por
organismos oficiales que están en el origen mismo del conflicto para el que
piden solidaridad), en su inutilidad general (no son más que parches a muy corto
plazo y con efectos limitadísimos), ni en sus intereses ocultos (desviar parte
de los fondos recaudados para causas muy poco solidarias). Tampoco quiero
destacar el modo en que, a menudo, nos venden el producto solidario: usando el
sensacionalismo (por ejemplo, con imágenes morbosas). Otras veces, nos lo
venden mediante el espectáculo (como en el caso de los telemaratones y demás,
que tanta vergüenza ajena provocan). Quiero reflexionar sobre otros dos
aspectos, menos comentados y más nocivos, que se derivan del tratamiento de la
solidaridad como algo que se compra y se vende.
martes, 11 de marzo de 2014
Vivir sin tarjeta de crédito
Una de las pequeñas cosas que más me exaspera es que las personas que van delante en la cola de alguna tienda paguen con la tarjeta de crédito una compra de 12 euros. Estas operaciones siempre ralentizan la espera. Pero lo peor, claro, es que pagar con tarjeta beneficia a los bancos. Como se sabe, los bancos pillan un porcentaje del gasto que hacemos al comprar con tarjeta (por eso, entre otras cosas, algunos establecimientos no aceptan los pagos con tarjeta). Algunos alegan que pagar con tarjeta también es cómodo para el usuario (no tiene que llevar dinero encima) y, además, es más seguro. Bueno, me parece que, para las cantidades que manejamos en el día a día, no es nada incómodo ni arriesgado llevar el dinero encima y prescindir de tarjetas… Yo lo hago.
martes, 4 de marzo de 2014
Contra la visión idílica de la naturaleza humana
Algunos piensan, como Rousseau, que el ser humano es bueno por naturaleza (y que es la sociedad quien le corrompe- Hay que notar que se hace esta matización porque no se puede negar la maldad en el comportamiento humano). Otros piensan, como Hobbes, que el hombre es un lobo para el hombre. Como ocurre muchas veces, la verdad seguramente está en un punto medio. No es que el ser humano sea enteramente malo, pero, desde luego, tampoco es enteramente bueno. Sin embargo, hay cierta asimetría en los extremos. Creo que es mucho peor (por decepcionante y temerario) creer en la bondad innata y absoluta del hombre que en su maldad. El problema es que, como vivimos en sociedad y tenemos ya muchas capas de cultura encima, es difícil dilucidar en qué consiste la naturaleza humana previa a la manipulación cultural, por decirlo de alguna manera. Dejando a un lado los esfuerzos imaginativos, una manera de ponernos en situación es ver lo que pasa con otros seres que, por un motivo u otro, consideramos que están menos manipulados, más cerca de la naturaleza, por lo que muestran de modo genuino sus inclinaciones naturales. En este sentido, puede ser útil ver cómo se comportan los llamados ‘pueblos primitivos’, los niños y los animales.
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