viernes, 23 de agosto de 2013

La importancia de no endeudarse

El mejor consejo – aunque no nos lo pida- que se puede dar a un ser querido es que no se endeude si puede evitarlo, especialmente si se trata de alguien escrupuloso. Contraer una deuda es ni más ni menos que contraer el compromiso de trabajar horas y horas en el futuro para cancelarla lo antes posible. La incertidumbre de si se podrá o no cumplir el compromiso y la intranquilidad derivada de vivir con algo pendiente son razones suficientes para rehuir el endeudamiento. Pero, aunque uno no sea un patidor de mena y conviva bien con las deudas, parece más razonable preguntarse si realmente necesitamos aquello por lo que tendríamos que endeudarnos. Si la respuesta es que sí, entonces hay que preguntarse si de verdad no podemos esperar para tenerlo. Y, generalmente, si nos sobreponemos a la urgencia psicológica, la respuesta es que sí podemos esperar. Entonces, hay que ahorrar un tiempo y hacer la compra sin pagar intereses.

Pero la verdad es que, si lo pensamos fríamente, la mayoría de los motivos de endeudamiento son completamente evitables. Repasemos algunos:

(i) Seguramente el principal motivo por el que la gente solicita préstamos es para comprar un piso. Con los ingresos medios actuales y el precio de los pisos hoy en día, es casi imposible comprarse un piso sin solicitar un crédito. Pero, ¿hay alguna alternativa? Claro, y todos la conocemos: el alquiler. Además, esta opción nos proporciona una mayor predisposición a la movilidad y al cambio. La querencia de algunos por la propiedad y por una supuesta estabilidad tiene un precio demasiado caro: pagar un piso extra al banco en concepto de intereses.

(ii) Mucha gente se endeuda para adquirir algo muy caro, como un coche, o para llevar a cabo algo que no pueden costearse, como unas obras en su casa. Si somos sinceros, la mayoría de las veces ninguna de estas cosas es necesaria, bien porque el coche viejo (o la cocina pasada de moda) todavía es funcional, bien porque realmente no necesitamos un coche para nada. Es habitual pensar que necesitamos todo aquello que tiene la gran mayoría de la gente a nuestro alrededor. Pero nada más lejos de la verdad, muchísimas personas vivirían exactamente igual que viven si no tuvieran coche. El transporte público, la bicicleta, etc. les harían el mismo servicio sin endeudamiento por medio. Y si consideramos que de verdad necesitamos un coche, hay que ahorrar (o, mejor, tener ya ahorrado) para poder comprarlo.

(iii) Algunas deudas se adquieren para permitirse caprichos puntuales como viajes, joyas, etc. Bueno, ser consciente de que se trata de caprichos ya es asumir que son cosas prescindibles… ‘Pero, ¡hay que darse pequeñas alegrías en esta vida!’ dicen algunos. Claro, pero -dejando a un lado la búsqueda de alegrías gratis- si la gente es capaz de estar ahorrando mucho tiempo para pagar una deuda más los intereses, también es capaz de ahorrar lo mismo menos los intereses un cierto tiempo antes.

Todo esto no quiere decir que siempre se puede evitar el endeudamiento. Hay situaciones en que no queda más remedio que endeudarse: por ejemplo, si necesitamos un tratamiento médico al que, por lo que sea, no podemos acceder si no es pagando, si nos han robado algo que necesitamos (ya sea un objeto o trabajo), si tenemos que ayudar a alguien, si necesitamos hacer una inversión inicial para un negocio… Pero, como norma, no hay que endeudarse.

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo en lo expuesto, tengo dicho que los créditos esclavizan (tanto a las personas como a los países) de hecho es un sistema muy conocido de control y domínio.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, Avalón. ¡Y pensar que nuestro sistema financiero -y, por tanto, económico- está montado sobre el crédito! Saludos

      Eliminar