martes, 20 de agosto de 2013

Crítica publicitaria: los productos de limpieza del hogar

Desde hace tiempo, la publicidad de los productos de limpieza para el hogar (productos como los limpiacristales, los friegasuelos, los productos para la limpieza del baño, etc.) nos quiere hacer creer que son necesarias una limpieza y desinfección exhaustivas de todos los rincones de nuestras casas. Este tipo de anuncios, como vimos en el post anterior, generalmente basan su estrategia en intentar justificar que el producto que nos quieren vender responde a una necesidad real y que soluciona un problema real. Bueno, hoy en día ya no hace falta que intenten justificar la necesidad de una limpieza extrema; simplemente se presupone que es algo necesario, y, en los anuncios, directamente se presenta el producto que consigue esa limpieza deseada. Pero hace algunos años era más habitual incidir en que un estado de limpieza aparentemente aceptable podía en realidad ser insuficiente: podía albergar millones de bacterias, ácaros, suciedad invisible -¡Ja, ja, ja!, ¡qué gran concepto!- etc. potencialmente muy peligrosos.

¿Es sensato tanto alarmismo? A la espera de estudios serios e independientes que demuestren la necesidad (o una gran conveniencia considerando los riesgos que se corren) de limpiar habitualmente con productos como los de los anuncios, el sentido común nos indica que esa obsesión por la limpieza está pasada de vueltas. El jabón ha demostrado ser un limpiador de primer orden. Esto vale para cualquier jabón, por barato que sea. No hace falta recurrir a caros productos de limpieza. Limpiar con jabón con una cierta periodicidad es suficiente para tener un nivel de limpieza aceptable. Si esporádicamente se quiere desinfectar una superficie, el alcohol es un conocido desinfectante. Además, también podemos echar mano de otros productos asequibles que facilitan algunas tareas de limpieza, como el vinagre o el bicarbonato. En Internet se encuentran muchas aplicaciones y trucos de limpieza usando estos productos.

En definitiva, el nivel de suciedad que se puede acumular en la casa media no precisa de una limpieza que no pueda proporcionar el agua con jabón. Por mucho experto con bata blanca que salga en los anuncios diciendo misa, no es preciso tener un producto de limpieza específico para cada superficie a menos que se demuestre lo contrario. Además, claro está, esos productos suelen ser mucho más contaminantes y agresivos que un jabón normalito o que un chorro de agua con vinagre. Si buscamos un verdadero peligro potencial relacionado con la suciedad de las casas, seguramente lo encontraremos antes en la toxicidad de esos productos que en las bacterias del suelo.

Una vez más, al pensar en los productos que nos quieren vender mediante la publicidad, uno llega a la conclusión que son todos prescindibles y ni siquiera nos hacen la vida más fácil. Nada más cómodo que la sencillez de tener apenas una o dos cosillas para limpiar toda la casa. A esto hay que sumarle el ahorro económico. Todos podemos hacer la prueba: limpiar la casa durante una temporada sólo con agua, jabón, vinagre, bicarbonato, alcohol, y ver qué pasa. Y, ya de paso, vamos interiorizando dos ideas revolucionarias. La primera es que cuanto menos manchemos, menos habrá que limpiar y más tiempo y energía ahorraremos. La segunda es que la vida es corta y tiene muchos atractivos como para estar limpiando más de lo preciso; pocas cosas hay menos importantes que el brillo de los azulejos del baño.

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